El ajusticiamiento de Osama bin Laden ha abierto una controversia derivando en dos posiciones claramente diferenciadas: la jurídica y la política. Por consiguiente, los partidarios de cada una, defienden la perspectiva política, que se identifica como un minimalismo pragmático, mientras que sus críticos más severos privilegian el enfoque jurídico que es definido como un maximalismo moral, y esto acarrea que la controversia sea aprovechada por quienes amparan el terrorismo.
Si debemos referirnos al minimalismo pragmático, debemos estar de acuerdo con el argumento que el ajusticiamiento de Osama ocurre bajo las circunstancias y explicaciones entregadas por el gobierno norteamericano, lo que bajo cualquier circunstancia política respaldada por un Estado viene a ser una modalidad de justicia especial que busca eliminar la amenaza del terrorismo, que no responde a otra forma de enfrentamiento sino es violenta, y de guerra en paz y democracia. Y claramente en este sentido, es un sistema de justicia política más que jurídica, porque la acción se encuentra en un contexto donde un Estado procura eliminar una amenaza para sus ciudadanos y la sociedad mundial en general.
Si nos vamos a la otra posición la jurídica, tendremos que reconocer que ella sólo se impondrá con la fuerza del maximalismo moral. Porque a diferencia de los juicios que se puedan seguir contra quienes han cometido crímenes de "lesa humanidad", como es el caso de bin Laden, no existe en este caso la posibilidad de aplicar justicia del vencedores, porque la actividad de los bandos en conflicto no esta sujeta a infligir a su adversario una derrota contundente, que nos podría colocar en la posibilidad de la capitulación incondicional del perdedor, siendo este acusado, enjuiciado y condenado por sus crímenes, la justicia podría otorgarle su castigo.
Sin embargo, desde cualquier punto de vista político-pragmático la obligación de hallar un compromiso entre justicia y la paz por parte de los terroristas, no existe, con organizaciones como Al Qaeda no se puede pensar en que un juicio a su figura máxima iba a evitar las acciones terroristas futuras de esta organización.
Así pues, sin la posibilidad de un acuerdo político, sabiendo que estas organizaciones ilegales no van a dejar las armas y que sus actividades sólo se dirigen a perpetuarse, el camino judicial normal, esta lejos de ser posible.
Entonces, ¿Donde queda la fuerza del imperio de la Ley? Desde cualquier perspectiva nos damos cuenta que muy a pesar de la "fuerza moral que debe impregnarse a la justicia", hemos llegado a un punto en que nuestra humanidad debe reconocer que los aspectos fundamentales de los procesos debidos para los terroristas, se encuentran en conflicto. Considerando que en justicia todos tenemos "derechos humanos", estamos frente a una crisis de los instrumentos normativos, porque definitivamente el laxo del terrorismo respecto de la justicia es indudablemente lo que le proporciona mayor eficacia en sus acciones, por lo tanto la demora de las acciones represivas en contra de los terroristas, lo único que trae como consecuencia es que estos, vivan una dramática impunidad que resulta vejatoria para la sociedad.
La justicia puede ser sostenida a cabalidad cuando es aceptada por ambos bandos, frente al terrorismo no existe posibilidad de negociación política, la jurisdicción internacional que debería aplicarse en la mayoría de las situaciones que estamos viviendo, ha sido sobrepasada, esa es la realidad, y por mucho que los defensores de los "DD.HH" aleguen que se debe privilegiar el sometimiento de los terroristas a la Corte Internacional esto en la práctica es un imposible.
Se puede llegar a ello, pero antes deben establecerse claramente las definiciones, pactos y convenios entre gobiernos para que sea correcta y tempranamente servida la justicia. Porque de otro modo no sirve, ya que el principal propósito de la justicia no es el castigo, sino la prevención mediante el de las injusticias criminales en contra de los individuos en la sociedad.
El Maximalismo Moral de los que abogan por la justicia, no es compatible con nuestra realidad actual. ¿Debieran darse por vencidos quienes participan de el? Por supuesto que no, de la búsqueda de una afinidad con el "Minimalismo Pragmático" depende mucho de que nuestra actual civilización no se derrumbe y caiga definitivamente en una espiral de violencia incontrolable que provoca el terrorismo y todos los fundamentalismos que lo alientan.
Carlos Toledolabarca
Logan Utah
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