No a la izquierda...

Hay que dejar bien sentado, la denuncia y la oposición a la izquierda, es en un sentido estrictamente político, económico y social, y no una oposición por cuestión de personas o de religión o por no tener un credo religioso. La ideología izquierdista resulta primero en ser un problema político, porque ella no acepta coexistir con aquellos que piensan distintos, confrontación llevada a la máxima expresión cuando la izquierda impone su supremacía al adueñarse del Estado y obliga a aceptar su proyecto en el campo económico y social.

Aviso:
“QUIENES ESTAMOS CONSCIENTES DE LA GRAN OBRA DEL GOBIERNO MILITAR,
ANULAREMOS NUESTROS VOTOS EN LAS FUTURAS ELECCIONES (DE CONCEJALES),
EN DEMANDA DE LA LIBERTAD DE LOS SALVADORES DE CHILE ENCARCELADOS,
Y POR EL FIN DEL PREVARICADOR ACOSO JUDICIAL EXISTENTE EN CONTRA DE ELLOS”

jueves, 28 de abril de 2011

Aún hay sitio en el banquillo de los acusados

Las acusaciones contra la jerarquía de la Iglesia católica por no haber actuado con suficiente energía en los casos de abusos a menores, parecen circunscribir el problema a los límites de la Iglesia. Pero, si realmente preocupa la protección de los menores, habría que exigir responsabilidades en otros variados ámbitos no religiosos.


Un prominente abogado australiano-británico especializado en derechos humanos(progresista), amén de jurista de las Naciones Unidas, ha sugerido que el Papa sea llevado a juicio por crímenes contra la humanidad ante el Tribunal Penal Internacional. Geoffrey Robertson esbozó su plan en The Guardian y en varios periódicos australianos. “La definición de crímenes contra la humanidad contemplada en el Estatuto del TPI incluye la violación y la esclavitud sexual, así como otros actos igualmente inhumanos que ocasionen daños a la salud mental o física, cometidos contra civiles, a gran escala o de forma sistemática, si estuvieran aprobados por un gobierno o por una autoridad de facto. La definición ha sido sustentada para abarcar el reclutamiento de niños como soldados o esclavos sexuales. Si los actos de maltrato sexual cometidos por sacerdotes no son aislados o esporádicos, sino que forman parte de una práctica extendida, que no sólo es conocida sino dejada sin castigo por su autoridad de facto, entonces quedan incluidos en el ámbito de la jurisdicción temporal del TPI, si dicha práctica prosiguió después de julio de 2002, cuando el tribunal fue fundado”.


Pero, ¿por qué limitarse al Papa? Sin duda la equidad exige que otros se sienten en el banquillo junto a Benedicto XVI si el maltrato sexual tuvo lugar cuando ellos tenían responsabilidades y no supieron actuar enérgicamente para detenerlo.


Los cascos azules de la ONU (Ver abusos de menores)
Propongo que el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, y quien le precedió en el cargo, Kofi Annan, sean los primeros en acompañar al Papa. Hace seis años, la ONU anunció una política de tolerancia cero contra perpetradores de abusos sexuales entre sus fuerzas de pacificación. Pero aún sigue forcejeando para conseguir que los estados miembros investiguen y sancionen a sus soldados. A decir verdad, el subsecretario general de la ONU encargado de operaciones de pacificación, Alain le Roy, declaró en marzo al Wall Street Journal que "todo este asunto es mi mayor dolor de cabeza y el mayor peso que llevo en el corazón". El abuso sexual lleva años produciéndose en enorme escala. Han sido abundantes las alegaciones hechas contra tropas en misión de pacificación en Haití, Camboya, África Occidental y Kosovo, entre otros lugares.

A lo largo de los últimos tres años, setenta y cinco miembros de las fuerzas de pacificación han sido sancionados por conducta sexual indecorosa. Pero durante la mayor parte del tiempo, las naciones que aportan tropas ni siquiera respondieron a las preguntas de la ONU. El año pasado, sólo catorce de las ochenta y dos peticiones de información fueron atendidas. "Existe un instinto natural que consiste fundamentalmente en echar tierra sobre el asunto", afirma el príncipe jordano Zeid Ra'ad Zeid Al-Hussein, que en 2005 escribió un informe para la ONU. "Nadie quiere ver su nombre manchado ni su reputación menoscabada, de modo que uno intenta sepultarlo".

Entre los entrenadores deportivos
Sin ir a lugares tan exóticos, quizá el señor Robertson debería tener en cuenta la posibilidad de acusar al director ejecutivo de USA Swimming, Chuck Wielgus. La ABC Television (en los EE. UU.) emitió una investigación sobre el abuso sexual en el ámbito de la natación federada. El programa descubrió que, a lo largo de los últimos diez años, USA Swimming ha privado de su licencia profesional a perpetuidad a treinta y seis entrenadores (de doce mil) por comportamiento sexual indebido. La cadena aseguraba que “en algunos casos, los entrenadores de natación resultaron ser depredadores sexuales que podían trasladarse de una ciudad a otra, siempre un paso por delante de la policía, de sus encolerizadas víctimas y de los padres de éstas”.
El señor Wielgus tampoco derrochó precisamente compasión después de ser acosado por la ABC. "¿Creen ustedes necesario que me disculpe ante las víctimas?", preguntó. "Me parece injusto que ustedes pidan que yo, personalmente o como representante de una organización, me disculpe por algo cuando simplemente tratamos de hacer cuanto nos es posible para crear un entorno seguro y saludable para los chicos que participan en nuestra actividad". Al menos, Benedicto XVI ha dicho: “Lo siento”.
Tu quoque, el argumento de que puesto que tú también lo hiciste, yo no soy culpable, debe ser el peor de todos. Pero cualquiera que tenga los datos reconocerá que los problemas de la Iglesia Católica no son peores que los de otras organizaciones, y probablemente son menos graves. Un periodista de Newsweek (8-04-2010) ha tenido la brillante idea de preguntar a las compañías de seguros si la Iglesia Católica pagaba primas superiores porque sus empleados representaran un riesgo mayor. La respuesta fue: No y nunca lo ha hecho. "No apreciamos grandes diferencias en el porcentaje de casos entre una confesión y otra", dijo un asegurador. "La situación es muy pareja en todas las confesiones".
Me gustaría que el expediente de la Iglesia Católica fuera mucho mejor, pero no se trata de eso. Lo que pasamos por alto cuando se ponen de relieve los defectos de la Iglesia Católica mientras que otras organizaciones escapan a todo escrutinio, es el hecho de que todos nosotros somos espectadores de una crisis de maltrato a menores que ya dura décadas.
En colegios alemanes no religiosos
Este extremo salió dolorosamente a la luz esta misma semana en Alemania, cuando la directora de un prestigioso internado cuyos alumnos provenían de la élite de izquierdas, el colegio Odenwald, reconoció que durante años, cuando lo dirigía su predecesor, habían tenido lugar abusos sexuales horrendamente ritualistas. La mayoría de los hechos ocurrieron en los años setenta y ochenta. “Lo que he oído supera por completo cuanto se pueda imaginar”, afirmó la señorita Kaufmann, directora del centro desde 2007. “Simplemente no sé cómo un comportamiento de esa clase pudo continuar sin que los profesores no se enteraran”. El colegio, por cierto, no era un centro religioso en absoluto.
Como de costumbre, las quejas fueron ignoradas por la policía y los medios de comunicación. El caso se puso de manifiesto por primera vez en 1999 en el Frankfurter Rundschau, pero los demás periódicos no se hicieron eco.
El intrigante aspecto de tan sórdidos relatos, que parecen ser mucho más subidos de tono que cualquier cosa que haya sucedido en instituciones católicas, es su vinculación con la experimentación sexual de los años sesenta y setenta. El Irish Times, que fue el único periódico importante de lengua inglesa que se ocupó de la noticia, afirma que los profesores “se veían a sí mismos como revolucionarios” que estaban iniciando a sus alumnos en la revolución sexual de los años setenta. “Se sugería a los alumnos que el respetado director los comprendía muy bien y que incluso era una señal de reconocimiento mostrar cariño mutuo”, escribió la autora Amelie Fried, antigua alumna, en el periódico Frankfurter Allgemeine. “Los alumnos nos sentíamos felices de poder explorar nuestra sexualidad en un ambiente libre de toda angustia. Que algunos profesores utilizaran esta libertad como tapadera para sus agresiones sexuales es un escándalo”.
Explorar la sexualidad
“Explorar la sexualidad en un ambiente libre de toda angustia” es una filosofía que no ha muerto. En realidad, es el aire que respiramos. El escándalo, completamente justificado, que provoca la pedofilia se centra sólo en los adultos que abusan de niños. Los menores que abusan de otros menores –en un entorno exento de coacción– son un fenómeno tan corriente en las sociedades occidentales que ni siquiera se considera abuso. Pero, ¿qué es la práctica sexual generalizada entre adolescentes más que abuso sexual? ¿Cómo pueden los jóvenes menores de 16 años prestar consentimiento verdaderamente informado cuando no son capaces de comprender que esos momentos de “exploración de la sexualidad” podrían dejarles marcados para el resto de su vida?
La pedofilia es justamente despreciada y temida por la desigualdad de poder que existe entre el niño y el agresor. Pero, ¿qué ocurre si el niño consiente? ¿Cambia eso la moralidad de la acción?
Examinemos dos ejemplos de lo anterior. El primero proviene de 1977, cuando el periódico francés Le Monde publicó (leer...) una carta abierta firmada por sesenta y nueve intelectuales franceses, entre ellos, Jack Lang, futuro ministro de cultura y de educación, y Bernard Kouchner, futuro ministro de sanidad y presidente de Médicos sin Fronteras, junto a lumbreras como Jean-Paul Sartre, Gilles Deleuze y Roland Barthes. Los firmantes protestaban contra el encarcelamiento de tres hombres acusados de mantener relaciones sexuales sin violencia con niñas de trece y catorce años.
¿Qué tiene eso de malo, preguntaban los intelectuales? Los firmantes señalaban “el carácter anticuado de la ley frente a la realidad cotidiana de una sociedad que tiende a reconocer la existencia de una vida sexual en los niños y en los adolescentes”. Si las niñas de trece años tienen derecho a conseguir la píldora, también les asiste el derecho a mantener relaciones sexuales con quien quieran.
¿Qué edad de consentimiento?
El segundo caso es de este mismo año; nos lo brinda Huffington Post, la popularísima web que ha publicado virulentos ataques contra la Iglesia Católica a causa de la crisis de la pedofilia. El 1 de enero, tan estimable publicación recogía un artículo, “Aceptar la sexualidad adolescente: Reconsideremos la edad de consentimiento”.
Su autor, el bioético Jacob M. Appel, argumentaba: “Estas draconianas y puritanas leyes [sobre el consentimiento] son en gran medida el producto de una cultura política conservadora que ha transformado la lucha contra los abusos deshonestos que sufren los niños, en una guerra, en toda la extensión de la palabra, contra la sexualidad adolescente. Vivimos ahora en un medio moral tan tóxico y confuso que tachamos indiscriminadamente de "delincuentes sexuales" tanto a adolescentes que intercambian fotos de desnudos como a clérigos que violan a niños que están aprendiendo a andar. Un primer paso para invertir esta locura -y proteger realmente la salud y la seguridad de los adolescentes- sería revisar a la baja la edad de consentimiento…”

¿Hasta dónde bajaríamos? “Si la edad de consentimiento debería ser dieciséis o quince años, o incluso un año menor, es una cuestión compleja que nuestra sociedad tiene que tratar”. Pero si la edad de consentimiento fueran los catorce años, ¿no es eso básicamente una legalización de abusos de menores? (1).
Todos los indicadores señalan que la crisis de los abusos sexuales dentro de la Iglesia Católica está disminuyendo paulatinamente ahora que el Papa y los obispos están endureciendo sus posturas y los sacerdotes tienen una visión más clara de la auténtica sexualidad cristiana. Pero nadie está preparándose para la próxima crisis de pedofilia cuando los adolescentes de 2010, rebosantes de sexo, alcancen los treinta y cuatro años y piensen que deberían seguir divirtiéndose con los que tienen catorce.

(1) N. de la R. En España la edad de consentimiento sexual es 13 años, una de las más bajas de Europa, donde lo más normal son los 15-16 años.
Por Michael Cook

domingo, 10 de abril de 2011

¡Sólo a los pobres les hacen justicia!

Copio, pego, modifico según mis pensamientos me gusta hacerlo aquí una nota periodística o comentario en “El País” de España que demuestra lo del título.

Todos sabemos que en muchos asuntos la justicia es como una tela de araña. Atrapa a los insectos pequeños pero los grandes o se escapan o se salvan por su $...


Crímenes económicos contra la humanidad
La Corte Penal Internacional estipula: crimen contra la humanidad es "cualquier acto inhumano que cause graves sufrimientos o atente contra la salud mental o física de quien los sufre, cometido como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil".
Desde la II Guerra Mundial hemos escuchado este concepto de “crimen contra la humanidad”, y como ha sido vulgarizado. Unos han pagado, y a otros ni siquiera los han tocado. Los nazis fueron condenados por el genocidio hacia el pueblo judío, otras razas, y adversarios de su deleznable ideología y actividad. Más los izquierdistas del Este de Europa, Asia, y otros países, se llevaron más de 110 millones y sólo algunos se enfrentaron a juicios, otros todavía son venerados por sus crímenes.


En el reciente pasado y presente , existen situaciones como las que han generado la crisis económicas, y la última ha hecho que se empiece a hablar de “crímenes económicos contra la humanidad”. Ya en los años 1950 el economista neoclásico y premio Nobel Gary Becker introdujo su "teoría del crimen" a nivel micro económico. La probabilidad de que un individuo cometa un crimen depende, para Becker, del riesgo que asume, del posible botín y del posible castigo.


A nivel macro económico, el concepto se podría usar en los debates sobre las políticas de ajuste estructural promovidas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial durante los ochenta y noventa, ajustes que acarrearon gravísimos costes sociales sobre sectores mayoritarios de las población de África, América Latina, Asia (durante la crisis asiática de 1997-98) y la Europa del Este.


Muchos analistas señalaron a estos organismos, a las políticas que patrocinaron y a los economistas que las diseñaron como responsables, especialmente el FMI, no obstante no olvidemos que en la estructura de estos organismos, están incluídos personeros de los mismos países afectados.


En la actualidad son nuestros países, los occidentales en las que vastos grupos sociales sufren los costes sociales de la crisis financiera y de empleo, y de los planes de austeridad que se implementan para luchar contra ella.

No obstante en paralelo se debe considerar que la pérdida del trabajo y la vivienda y el sufrimiento de millones de familias que ven en peligro su supervivencia, violan los derechos fundamentales e intrínsecos del hombre, trabajar y tener son derechos que los estados deben asegurarse de proteger para todos en un marco de equidad. Las personas a las que se le violan estos derechos aumentan día a día.


Pero ¿quiénes son los responsables? Los que controlan los mercados, esa es una inequívoca respuesta.


En un artículo publicado en Businessweek el 20 de marzo de 2009 con el título "Wall Street's economic crimes against humanity", Shoshana Zuboff, antigua profesora de la Harvard Business School, sostenía que el que los responsables de la crisis nieguen las consecuencias de sus acciones demuestra "la banalidad del mal" y el "narcisismo institucionalizado" en nuestras sociedades. Es una muestra de la falta de responsabilidad y de la "distancia emocional" con que han acumulado sumas millonarias quienes ahora niegan cualquier relación con el daño provocado. Culpar solo al sistema no es aceptable, argumentaba Zuboff, como no lo habría sido culpar de los crímenes nazis solo a las ideas, y no a quienes los cometieron.


Culpar a los mercados es efectivamente quedarse en la superficie del problema. Hay responsables, y son personas e instituciones concretas quienes de una u otra manera se han adueñado de los mercados robándoles su libertad.


En una extensa y maligna complicidad tanto gobiernos como las corporaciones transnacionales defendieron la “liberalización sin control de los mercados financieros”; los ejecutivos y empresas que se beneficiaron de los excesos del mercado durante el boom financiero; los gobiernos de los estados que permitieron sus prácticas, y quienes les permiten ahora salir indemnes y robustecidos, con más dinero público, a cambio de nada.


Hay singulares ejemplos: Empresas como Lehman Brothers o Goldman Sachs, bancos que permitieron la proliferación de créditos basura, auditoras que supuestamente garantizaban las cuentas de las empresas, y gente como Alan Greenspan, jefe de la Reserva Federal norteamericana, entidad privada que regula prácticamente toda la economía norteamericana, opositor de la regulación de los grandes mercados financieros, mercados financieros que terminaron burlándose de la credibilidad pública, porque por un lado aprovecharon la libertad del mercado para sus estafas, por el otro el gobierno desregulo para ellos, pero no regulo la protección del público, y restringió la competencia estableciendo miles y miles de regulaciones para aquellos que pudieron ser la competencia de los estafadores. .


La Comisión del Congreso norteamericano sobre los orígenes de la crisis ha sido esclarecedora en este sentido. Creada por el presidente Obama en 2009 para investigar las acciones ilegales o criminales de la industria financiera, ha entrevistado a más de 700 expertos. Su informe, hecho público el pasado enero, concluye que la crisis se hubiera podido evitar. Señala fallos en los sistemas de regulación y supervisión financiera del Gobierno y de las empresas, en las prácticas contables y auditoras y en la transparencia en los negocios.


La Comisión investigó el papel directo de algunos gigantes de Wall Street en el desastre financiero, por ejemplo en el mercado de subprimes, y el de las agencias encargadas del ranking de bonos. Es importante entender los distintos grados de responsabilidad de cada actor de este drama, pero no es admisible la sensación de impunidad sin "responsables".


Este comentario esta referido principalmente en cuanto a la crisis de España, de la que mayormente es responsable la izquierda que ha gobernado casi dos tercios desde que se volvió a la monarquía democrática (1975), y en ese país se ha establecido que las víctimas de los crímenes económicos se traduce en no menos del 20% de desempleo al finalizar el 2010, y esto oscilando en esta cifra desde hace más de dos años, esto significa un enorme coste económico y humano. Miles de familias sufren las consecuencias de haber creído que pagarían hipotecas con sueldosmileuristas: 90.000 ejecuciones hipotecarias en 2009 y 180.000 en 2010.


En EE UU, la tasa de desempleados es la mitad de la española, pero supone unos 26 millones de desempleados, lo cual implica un aumento de la pobreza en uno de los países más ricos del mundo. Según la Comisión sobre la Crisis Financiera, más de cuatro millones de familias han perdido sus casas, y cuatro millones y medio están en procesos de desahucio. Ahora es interesante considerar que once mil millones de dólares de "riqueza familiar" han "desaparecido", al desvalorizarse sus patrimonios, incluyendo casas, pensiones y ahorros, vale decir la pobreza se traduce en once mil millones de dólares perdidos en un abrir y cerrar de ojos.. Otra consecuencia de la crisis es su efecto sobre los precios de alimentos y otras materias primas básicas, sectores hacia los que los inversionistas están desviando sus capitales. El resultado es la inflación de sus precios y el aumento aún mayor de la pobreza.


En algunos casos notorios de fraude como el de Madoff, el autor está en la cárcel y el proceso judicial contra él continúa porque sus víctimas tienen poder económico. Pero en general, quienes han provocado la crisis no solo han recogido unas ganancias fabulosas, sino que no temen castigo alguno. Nadie investiga sus responsabilidades ni sus decisiones. Gobiernos como el del presidente Obama, en una afán de evitar una crisis mayor para el país ha terminado protegiendo a los autores de la crisis, y el sistema judicial de defensa de los ciudadanos no los persigue.


Sabemos lo que es es un “crimen económico” y sabemos que existen mecanismos para investigarlos y perseguirlos, también sabemos que los gobiernos pueden dar marcha atrás, especialmente en aquellas sobre regulaciones que apresan los mercados en favor de las grandes corporaciones mundiales.


Islandia, un país bastante peculiar, por lo pequeño y su poca cantidad de habitantes, nos ofrece un ejemplo muy interesante. Sin cambiar su modelo de gobierno, en vez de rescatar a los banqueros que arruinaron al país en 2008, la fiscalía general abrió una investigación penal contra los responsables. En 2009 el Gobierno entero tuvo que dimitir y el pago de la deuda de la banca quedó bloqueado. Islandia no ha socializado las pérdidas como están haciendo muchos países, incluida España, sino que ha aceptado que los responsables fueran castigados y que sus bancos se hundieran.


De la misma forma que se crearon instituciones y procedimientos para perseguir los crímenes políticos contra la humanidad, es hora de hacer lo mismo con los económicos, pero chocamos con la muralla que ponen los mismos gobiernos, especialmente aquellos donde la izquierda da plena anuencia a la actividad “corporativa”. En todo el mundo debería pensarse en castigar el "crimen económico", pero que se incorpore a las tareas de los políticos y a sus discursos es muy difícil, choca con los intereses de los mismo.


Sólo nos queda a nosotros los ciudadanos/as que al entender la importancia de esta situación, exijamos de alguna manera que los políticos no sólo se preocupen de construir una democracia política, sino que deben devolvernos la democracia económica, vale decir que todos tengamos acceso equitativo al reparto de la riqueza, emprender vale decir trabajar libremente, y tener, son derechos inalienables del ser humano. Si se regula la vida de nosotros las personas comunes, con mayor razón se debe regular la actividad de los grandes en el mercado, si se desrregula en favor de ellos lo mismo con los medianos y pequeños en el mercado, así pues la justicia ya no será una “tela de araña que atrapa a los insectos chicos, y no contiene a los grandes”, sino una malla firme que atrape a todos los que quiebren la Ley, sin distinción .


La libertad debe ser un patrimonio compartido por todos,


Fuente

El circo de la mariposa


Parte II

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